Lamentos de angustia que desgarran el silencio
Ríos salados que surcan el desierto de mis mejillas
Palabras que no desean expresarse por temor...
Dolor acunado en mi pecho, sin ánimos de marcharse...
Instintos asesinos que pueblan sueños y pensamientos
Almas de mercenarios sedientos de sangre toman control en mi
Esperando el momento preciso, dormidos al fondo del alma
Para hacerme una vez más títere de los deseos de otros...
¿Dolor o Venganza?
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Salida de Emergencia
En ese instante tomo cuenta de su acto y se lamentó, pero pensó que era la mejor manera de alejarse...
Muchas cosas pasaron por su cabeza en aquel instante, cada acto, cada palabra cada canción... retrocedió a los momentos felices, a los tristes, a aquellos momentos en que llego a llorar por él, y aun no acababa de comprender porque había hecho esto...
Había uno de sus recuerdos que le tomó más tiempo... el que guardaba con mas cariño, el más dulce y amargo a la vez... recordaba con exactitud, tal como si fuera ayer la primera vez en que toco sus dulces labios de miel, sabor del que había sido privado, solo por no ser mujer. Se habían besado por primera vez en un juego y desde ese entonces comenzó una trágica pesadilla, de la cual estaba despertando hoy.
Mientras lo miraba, pensó que el color rojo era hermoso, que simbolizaba tantas cosas a la vez... el amor, el odio, la pasión... la muerte. Se acerco a su rostro y vio sus ojos abiertos, brillantes, su piel tersa comenzaba a ponerse pálida, era un signo inequívoco, se le estaba escapando la vida.
Lo miró fijamente y le gritó que lo amaba y que por esa misma razón estaba cometiendo aquella acción, para que pudieran estar juntos, sin que nadie los molestara, fuera de este mundo de mortales, donde nadie los discriminara...
Tomo sus manos y decidió que sería la ultima vez que lo vería en ese lugar, luego estarían juntos, mas allá del sol.
Sacó la daga de su garganta, y lo vio el color rojo otra vez... pensó que seria una de las últimas cosas bellas que vería, después, del rostro de su amado, decidido, cortó su brazo, escribiendo a la ves un dulce te amo, cayo en cuenta que ya no sentía dolor al cortarse, creyó que era porque ya lo había hecho muchas veces y esperó que no le doliese su siguiente acción... tomó el arma nuevamente y lo introdujo en su pecho, lanzo un gritito, y luego para dar el golpe final, se recostó al lado de su amor y le tomo la mano, fría a estas alturas, y con la otra, se clavo el cuchillo en la garganta, quedándose atorada su última frase en aquel corte que le quitaba la vida... –te buscaré, sea en el cielo o en el infierno- fue lo último que pudo pensar, antes de dormir eternamente, sujetando la mano de su amado, por siempre.
domingo, 4 de mayo de 2008
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