Lady Chatterley's Lover

Pero él se apartó finalmente, y la besó y la tapó y empezó a taparse él mismo. Permaneció tumbada contemplando las ramas del árbol, incapaz aún de moverse. Él se puso de pie y se abrochó los pantalones, mirando alrededor. Todo era denso y silencioso, a excepción del perro estupefacto que yacía con el hocico entre las patas. Él volvió a sentarse en el matorral, cogiéndola de la mano en silencio.

Ella se dio la vuelta y le miró.
-Esta vez nos hemos corrido juntos -dijo él.
Ella no contestó.
Está bien cuando ocurre eso. La mayoría de las gentes viven hasta el final sin enterarse -dijo, un tanto soñadoramente.
Ella contempló su rostro cavilante.
-¿De verdad? -dijo-. ¿Estás contento?
Se volvió mirándola a los ojos.
-Contento -dijo-, si, pero no importa. -No quería que ella hablase. Y se inclinó y la besó, y ella sintió que así tenía que besarla para siempre.
Por fin ella se sentó.
-¿Es que la gente por lo general no se corre a la vez? -preguntó con ingenua curiosidad.
-Buena parte de ellos, jamás. Se les nota por su aspecto descarnado. -Hablaba contra su voluntad, arrepintiéndose de haber empezado.
-¿Te has corrido así con otras mujeres?
La miró divertido.
-No sé -dijo- No lo sé.
Y ella supo que él nunca le diría nada que no quisiera decirle. Se fijó en su cara, y la pasión por él la conmovió hasta las entrañas. Se resistió todo lo que pudo, porque aquello era tanto como perderse ante si misma.

viernes, 12 de marzo de 2010

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